A todo esto, sigo con mi principal motivación, fotografiar el pozo. No es sencillo, una gran pozo adiaclasado de paredes separadas por un par de metros como máximo. Complicado de iluminar, y más complicado aún de coger una buena perspectiva, pero con el resultado obtenido me doy por satisfecho.
Las fotos pueden parecer repetitivas, pero un simple cambio en la ubicación de un flash hace que el resultado sea diferente, que cambien incluso los colores de las paredes. Según cómo incida la luz en los cristales de las formaciones los tonos se ven afectados y cambian.
Esta cavidad tiene en ocasiones problemas de oxigenación, más ahora que la proporción de dióxido de carbono en la atmósfera sigue en constante aumento. Pero hoy el mechero funciona con normalidad, la llama se alarga un poco y se desvía de forma apreciable señalándonos una marcada corriente de aire.
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