Me dirijo hacia el Puente de los Mallos por la pista que lleva a las bordas de Escuaín, por encima del pueblo. Antes de llegar al final, un cartel del Parque indica que no se puede pasar por ser zona de reserva y me marca desvío hacia un sendero a la derecha que baja directamente sin pasar por la caseta de observación de aves.
Supongo que por cuestiones de seguridad, ahora una pasarela metálica substituye al viejo puente de piedra que unía las paredes del profundo barranco, separadas escasos metros. Por descontado que no tiene el mismo encanto, incluso queda un poco feo. La última vez que estuve aquí, hace 30 años quizás, aún estaba el antiguo. Desde la pasarela observo la encajonada garganta superior del Yaga, la perspectiva es vertiginosa, unos 50 m calculo, entre dos paredes muy próximas. En el fondo, nada de agua, las surgencias del Gurrundué no le aportan nada de caudal.
Mi idea era volver por la faja, un espectacular itinerario colgado a media altura que recorre el cañón desde el Puente de los Mallos hasta el sendero, por llamarlo de alguna forma, que baja del pueblo a Os Vivers, la Fuentes de Escuaín. Hace algunos años intenté recorrerla, pero la falta de uso la había dejado intransitable, muchos árboles por medio y sendero muy poco definido, con algún desprendimiento; no es un recorrido como para complicarse la vida, aunque discurre entre un bosque denso que le quita un poco la sensación de vacío, es en buena parte una estrecha faja colgada sobre un potente abismo. Un conocido que trabaja en el parque me comentó que la habían arreglado, y vaya si la han arreglado; arreglado, asegurado, señalizado y publicitado, quizás un poco en exceso; y en consecuencia, ya empiezan a aparecer algunos kleenex por el suelo. En principio dudaba de publicar nada al respecto, pero después de ver la reiterada señalización nueva que hay en el mismo pueblo... al fin y al cabo esto lo van a ver cuatro solo, no va a influir para nada. El sendero está limpio, después de bastante trabajo de quitar árboles caídos, y asegurado, con dos largos tramos de cable en dos zonas concretas. Y carteles, más que suficientes indicando el recorrido y avisando de la 'peligrosidad' del mismo.
Desde el puente, el itinerario empieza atravesando el magnífico bosque de hayas de Escuaín, con bastantes ejemplares empezando a amarillear, supongo que a causa de la falta de agua. Cruza algunos barrancos, los más potentes, el Carcil y el Forcallo, barrancos que en su día se podían descender. Ahora bajan secos, pero en épocas más húmedas atravesarlos puede ser bastante complicado, y además, en el parque no puedes bañarte... De todas formas, es un recorrido para periodos de secano. El recorrido tiene un ambiente magnífico, e imagino que es poco frecuentado aún. Me cruzo solo con una pareja de extranjeros con aspecto de estar un poco agobiados o inseguros que me preguntan si falta mucho y una familia que avanza con decisión. No me parece un itinerario para las multitudes variopintas y ruidosas que invaden otras zonas del parque, es un itinerario para avanzar con tranquilidad y en silencio, observando y respetando el entorno.