Visitamos un valle pirenaico solitario y bastante salvaje para llegar a una interesante cavidad de difícil localización; pero solo el paseo por el bosque en los inicios de un otoño algo anómalo por la falta de agua ya vale la pena. Hace unos cuantos años ya estuve dando vueltas por aquí buscando la cueva, referenciada pero no localizada entonces, sin resultado alguno. Ahora, gracias al aguzado olfato de nuestra exploradora canina y, también, a las coordenadas precisas de las que disponemos, llegamos a ella con facilidad.
La cavidad, que parece funcionar como surgencia temporal, nos sorprende gratamente, no la esperábamos así, tampoco íbamos muy preparados, en principio nos contentábamos con localizarla y echarle un vistazo. Tendremos que volver con más calma; recorrido agradable por un terreno que en otro tiempo habría tenido más presencia humana pero que en la actualidad parece que nada. Nos movemos por un bosque mixto y variado con algunas hayas centenarias, siguiendo un itinerario amenazado por el crecimiento de la vegetación .