En octubre hará 40 años que se logró conectar, después de una intensa campaña de exploración, la boca superior del 'Bujerín', localizada poco tiempo antes en las inmediaciones del ibón inferior de Alba, con la red de la ya conocida Cueva de Alba.
No fue una labor sencilla, primero porque al descender el primer pozo del Bujerín un pequeño lago tapaba la continuación hasta que no se consiguió quitar el 'tapón del desagüe' para que se vaciara, un tapón de mondmilch. Después, porque río abajo, el agua se metía en un sifón. Un par de cascadas más arriba se localizó una galería fósil que volvía al cauce, y una gran sala colgada en la galería, la Sala Maladeta. Dando vueltas y vueltas por la sala se consiguió descender entre los bloques de la base para llegar a un laminador horizontal algo escondido. Superado el laminador se llegó de nuevo al río y a la zona en la que se había detenido la exploración entrando por la boca inferior de la Cueva de Alba, bautizada como La Despensa, porque ahí se hacía un alto para descansar y comer.
A La Despensa se había llegado el invierno anterior después de escalar los 22m de pared de la Sala Roja y seguir remontando algunas paredes más hacia la Sala del Eco y la conexión con el río.
El Espeleo Club de Sabadell había optado años antes, sobre 1974, por intentar escalar la vía de la Sala Llopis, pero en aquel tiempo, con el material de la época, a base buriles y sin taladro, con frío y agua, la empresa era muy compleja.
Después de haber participado en las exploraciones con el GERS, vuelvo de nuevo a la cueva, otra vez, la última, y no sé cuántas van ya. No repetiré la integral, el tiempo pasa y cada vez cuesta más, es una cavidad dura, física y exigente, y mis rodillas tienen ya demasiada experiencia. Pero el aniversario merecía una visita más.
No es un recorrido fácil, pero siempre hace gracia volver a recordar un itinerario que en su día tenía absolutamente memorizado; los pasos, los destrepes, las presas, los bloques. No sé cuántas veces pude llegar a realizar el recorrido integral, ni cuántas entradas hice en la cavidad; bastantes, si. El recuerdo personal hace a la cavidad más acogedora de lo que es.
Una cosa me ha quedado clara, y no es una sensación personal, antes la cavidad era más fría. Se nota el aumento de temperatura. Incluso, la Sala Leonor, auténtico punto central de la cavidad donde se cruzan todas las galerías importantes del sistema, era un lugar absolutamente inhóspito por las corrientes de aire que se generaban y la cascada de 60m que caía desde el techo. Las corrientes de aire condicionaban que el agua cayera en aspersión como en una turbina, y no tenías en toda la sala un rincón para resguardarte. Ahora, con muy poca agua y el río bajo mínimos, la Leonor es una sala como cualquier otra. Nunca la había visto así, ni siquiera en pleno invierno. En puntos como el Bar y el Destripamonos, donde solía caer agua, no cae. Más calor y menos agua, y eso que este curso a principios de julio había bastante nieve aún en las alturas.
Las fotos las he hecho exclusivamente con el móvil, bastante complejo es ya el recorrido como para ir arrastrando la reflex y los flashes. Además, su integridad seguro que se vería afectada. A pesar de esto, alguna ha quedado más o menos maja.
La cavidad ahora está bien equipada y señalizada. Cadenas y parabolts en buen estado, gran labor de instalación. En la vía de la Galería de las Picas, los 2 rápeles guiados en buen estado, uno para evitar roces potentes y otro para evitar pisar unas formaciones que, aún con la cuerda guía, han sufrido un poco de deterioro. Varias cuerdas fijas en resaltes que antes se pasaban a las bravas entre la Leonor y la salida.