De vez en cuando me acerco por aquí, fantástico y solitario mirador sobre los valles de Pineta, Añisclo y Escuaín. Valoro mucho más una cima como esta, en la que, aparte de vacas y sarrios difícilmente te cruzas con alguien en todo el día, que las excesivamente frecuentadas como el Perdido. La tranquilidad siempre es un añadido de calidad importante.
Voy solo, a mi aire, y así me puedo entretener con las fotos, llevo diferentes objetivos y voy jugando con ellos. También, un polarizador, filtro que habitualmente no uso.
De vuelta, en Cuello Viceto, la fuente, totalmente rodeada de vacas, aún tiene agua, así que, con tranquilidad me cuelo entre ellas y les solicito educadamente que me dejen coger agua, a lo cual acceden sin problemas. Después de algunas horas de sol y en un medio cárstico la sed apremia.
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