sábado, 23 de abril de 2022

Cotiella

Quizás sea por mi afición a la espele y, en consecuencia, por haber pasado tanto tiempo entre montañas calizas, que encuentro que el Cotiella es, desde mi visión personal, uno de los lugares más interesante del Pirineo. Este gran macizo extremadamente seco, solitario y pedregoso, tiene un atractivo innegable y unos paisajes grandiosos. 

A excepción de la ruta del ibón de Plan, demasiado explotada en los últimos años como destino turístico de la zona y convertida también gracias a la influencia de las redes sociales en una especie de romería con verdaderas multitudes escandalosas y poco respetuosas con el medio, explotación turística a cambio de una excesiva presión en un lugar tan frágil; en el resto de la montaña no es fácil coincidir con alguien, y si subes a las cimas secundarias, que no menos interesantes, como el Mobisón, la Punta Llerga o la Peña de las Once, lo raro sería ver a alguien más.

Cuando los nuevos aficionados a la montaña se amontonan en el Perdido o se hacen selfies en la cruz del Aneto, la cima del Cotiella apenas recibe algún que otro visitante. El pico no llega a los tresmil, cifra famosa en la cordillera, pero la dureza de su ascensión es incluso mayor que la de los otros tresmiles más conocidos a causa de los grandes lapiaces, la falta absoluta de agua, la reverberación del sol con la piedra blanca y los importantes desniveles en un terreno muy agreste y complejo. Sin embargo, posee rincones excepcionales, atractivos como pocos.

El Cotiella tiene zonas absolutamente agujereadas, llenas de simas, hay cientos de cavidades en el macizo, con alguna muy potente que baja de momento poco más de 1.300 m, y tiene algo así como 17.000 Ha de lapiaz. Es una enorme esponja que absorbe el agua de las precipitaciones para desaguar un potente caudal en las fuentes de Fornos, la surgencia general del macizo. Así, la lluvia que cae en Armeña, en la cuenca del Ésera, acaba finalmente llegando al Cinca por el río Irués, después de atravesar toda la montaña por debajo. La fuente de Fornos tiene un caudal perenne y otras surgencias temporales situadas por encima que entran en funcionamiento en época de deshielo o de fuertes precipitaciones, las más importantes el Chorro y la cueva Graners. Funcionamiento que se conoce como 'trop-plein', demasiado lleno, cuando hay demasiada agua el sistema desborda por arriba. El Chorro se denomina así porque el agua sale a presión por un agujero, la boca de una cavidad, situado en una pared. todo un espectáculo que da lugar a una cascada potente. 

Tiene algunos barrancos también espectaculares, entre ellos, el Ompriu, muy vertical y quizás el más largo de España, con más de 1000 m de desnivel; el del Irués, muy acuático y con agua gélida de surgencia.












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