Recorremos el río hasta la Salle des Dômes, sala de grandes dimensiones con enormes estalagmitas blanquecinas y un espectacular techo lleno de macarrones. Hacía tiempo que no llegaba hasta aquí, unos 16 o 18 años creo, tenía que volver.
La Gouffre Géant, ha sido excavada por una corriente de agua subterránea, pérdida del río exterior, en una zona de contacto entre el mármol y los esquistos. Con cerca de 25 km de desarrollo y 500m de desnivel, excepcionales galerías concrecionadas, características formaciones en forma de calabaza y la gran sala de 200m de altura; es una cavidad con personalidad propia, una de las más majas de Francia, lo cual no es poco, precisamente.
El acceso lo efectuamos por la entrada artificial, turística. Descendemos el gran pozo por la estrecha escalera metálica y alcanzamos el caos de bloques de la base. La zona turística ha mejorado sus instalaciones con cables de seguridad, aunque la escalera sigue siendo igual de incómoda, sobre todo si porteas un petate voluminoso, pero ya me he acostumbrado a pasar por los estrechos agujeros del andamio. Una vez en el río, ahora con una pequeña parte recrecida para hacerlo navegable, nos montamos en las canoas dispuestas para tal fín y empezamos a remar por los meandros. Al rato, abandonamos las embarcaciones y seguimos nuestra progresión de la forma habitual.



















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