Por un conducto irregular, estrecho y vertical, abierto con paciente trabajo de desobstrucción, accedemos a esta cavidad, descubierta y explorada hace pocos años. Los primeros metros son algo inestables, a medida que bajamos alguna piedra nos llevamos con nosotros. Abajo, una cortina de pvc hace de protección para conservar el ambiente y evitar que la tierra y el polvo de los primeros metros signa hacia abajo y entren dentro de la cavidad. A partir de aquí, el panorama cambia radicalmente; las formaciones y los cristales hacen su aparición.
La progresión es entretenida; estrecheces, pasamanos, rampas resbaladizas, trepadas, destrepadas, pozos... con frecuencia entre delicadas y espectaculares formaciones. A destacar un tubo estrecho y bastante vertical con las paredes forradas de aragonito... pasamos casi sin respirar ni pestañear para no romper nada.
Fotografiar en condiciones todo esto requeriría muchísimas horas, en cualquier rincón puedes perder todo el día, pero no puedo abusar de la paciencia de los anfitriones, bastante hacen con llevarnos y suerte que hemos tenido de poder entrar una vez. Así que solo hacemos unas fotos rápidas con el móvil como pequeña muestra de lo que es. Mientras acabo de repasarlas, cuelgo las primeras.
La cavidad, que está en la línea de las mejores y más adornadas de Francia, está cerrada, por descontado. Y no aparece reseñada en internet; la protección es extrema. La cantidad de paredes y techos forrados de aragonito es enorme.