Visitamos la primera parte de esta excepcional cavidad, una de las mejores y más adornadas en una zona, el Languedoc, llena de cavidades espectaculares, y, aunque los guías nos demuestran una paciencia infinita, nos falta tiempo para hacer las fotografías que desearíamos. En cada rincón nos podríamos pasar un buen rato observando y fotografiando.
Al poco de entrar empiezan a aparecer las formaciones con formas diversas y cristalizaciones inverosímiles. Y así, vamos progresando con el cuidado necesario en los sitios más estrechos, controlando los movimientos, entre delicadas agujas de aragonito y una gran cantidad de macarrones blancos, algunos de varios metros.
La cavidad, que tiene bastante desarrollo, fue descubierta hace unos 20 años. Intentaremos volver para visitar la segunda parte, al parecer, tan interesante o más, si cabe.
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