De la galería de techo bajo y pasillos
estrechos entre bloques inestables pasamos en un momento a una galería de
dimensiones cómodas, muy adornada y recubierta de aragonito blanco; el
contraste es radical. La galería del Merder es una de las más majas de la
cavidad, fácil de transitar y muy concrecionada con formaciones diversas. El cambio
de ambiente no deja de causar una cierta impresión, al girar un meandro parece
que, de pronto, entremos en un lugar muy diferente.
Un descanso antes de seguir hacia la sala de la Geneta
Hay que moverse con cuidado para no pisar las zonas cristalizadas
Fotografiar esta zona no es tan
sencillo, en primer lugar, el contraste entre el blanco puro y las paredes más
oscuras nos obliga a medir muy bien la luz para no quemar las formaciones. La
diferencia entre luces y sombras es tan marcado o más que cuando haces fotos en
la nieve.
En segundo lugar, la imposibilidad de
salirse del itinerario marcado para no deteriorar el medio nos condiciona las
posibilidades de perspectiva e iluminación. Nos tenemos que mover por un
estrecho sendero señalizado para evitar pisar las cristalizciones del suelo más
de la cuenta. Los dos fotógrafos del grupo nos tenemos que organizar, imposible
actuar a la vez, más aún si usamos recursos diferentes de iluminación, flashes
y focos de leds. Algunas fotos rápidas y salimos, no queremos abusar de la
paciencia de los compañeros. Recuerdo una vez que pasé algunas horas
fotografiando unos cuantos metros de esta galería...
Algunas de estas perlas tienen el tamaño de una pelota de pingpong
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